la experiencia más dramática está en haber sido el mediador por medio del cual Dios reveló los Diez Mandamientos a su pueblo. Moisés había experimentado el poder del Dios verdadero en la comunión con él en el Monte Sinaí. Cuando bajó de la montaña, encontró al pueblo en la idolatría, danzando alrededor de un fuego con un becerro de oro (Ex. 32:1–21). Dios les llamó al arrepentimiento, y Moisés actuó como el representante espiritual para mediar entre el pueblo y Dios. En todas estas experiencias,
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